By | 10 janvier 2022

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DOI : https://doi.org/10.21409/c8_r1

  1. Pese a su existencia fugaz la revista peruana Las Moradas (1947-1949) marcó el campo literario peruano y latinoamericano. La calidad de sus contribuciones, la variedad de sus firmas, así como su vocación internacional la colocaron entre las herederas de revistas como la mítica Amauta (1926-1930).  Por otro lado, el carácter y la vocación de su director, el poeta Emilio Adolfo Westphalen, imprimieron un sello singular a la revista publicada en Lima a lo largo de ocho números. En efecto, Westphalen se rodeó de un grupo de artistas e intelectuales contemporáneos de diversas orientaciones, pero con objetivos convergentes, para interrogar y dialogar con la cultura contemporánea. De este modo, las traducciones de autores europeos, junto con los artículos de divulgación y de debate, según Jean-Nicolas Jacques, habrían contribuido a la “modernización” del campo cultural peruano en un contexto sociohistórico y político singular, el del gobierno de José Luis Bustamante y Rivero (1945-1948).
  2. Lo primero que se debe señalar es el carácter precursor del estudio de Jean-Nicolas Jacques. Compuesto de dos volúmenes, plantea una reflexión acerca de la revista Las Moradas y su tiempo, no solo literario sino también cultural y político. Al margen de algunos artículos académicos mencionados por Jacques, hasta ahora nadie se había detenido de manera exhaustiva y analítica en el caso de la revista Las Moradas y el lugar que cumplió en la sociedad limeña y peruana de su tiempo. Con este objetivo, Jean-Nicolas Jacques utiliza las herramientas de la sociología de la literatura propuestas por Pierre Bourdieu y Gisèle Sapiro. Del primero, Jacques se sirve de los conceptos relacionados con el campo literario tal y como son definidos en Les règles de l’art (1992). Asimismo, le resulta útil el concepto de skhole del mismo Bourdieu, definido en Méditations pascaliennes (1997) y relacionado con la economía del tiempo libre y su vínculo con el pensamiento. En cuanto a Sapiro le interesa en particular las “redes culturales”, tal y como ella las plantea en Sociologie de la littérature (2014); en otras palabras, el aspecto relacional de los actores culturales, las estrategias de visibilización que los reunirían o distanciarían. En el segundo tomo del estudio, Jacques se sirve en particular del concepto de “anomia”, tal y como lo plantea Jean Duvignaud en su libro, el cual le permitiría en particular discernir el “sentido cultural” que Westphalen entregó a su revista (p. 11, segundo tomo).
  3. Como ya lo dije, el primer volumen está dedicado a un estudio sociológico externo de la revista Las Moradas. Con este objetivo, Jean-Nicolas Jacques interroga el contexto de aparición de la revista, así como lo interpreta en función de una pugna cultural que habría enfrentado a los artistas de Las Moradas, y los que estaban en su órbita, contra las de generaciones precedentes, autores e intelectuales ya consagrados. Así, Jacques detecta la institucionalización de los artistas indigenistas quienes habrían monopolizado el campo cultural sin permitir no sólo una nueva dinámica en el interior de éste, sino también la necesaria modernización. Siguiendo las ideas de Jacques, los indigenistas consideraban que, frente a la decadencia occidental, la renovación espiritual vendría de América, de parte de los indios y su cultura secularmente preservada. Por eso, ninguno de ellos habría sido sensible a las vanguardias artísticas que habían sacudido Europa durante las primeras décadas del siglo XX. En este marco, la emergencia de la revista Las Moradas habría obedecido a un doble propósito no programático, aunque sí consciente: por un lado, se habría tratado de renovar un debate intelectual y artístico anquilosado; por otro, se habría tratado de conquistar un espacio impermeable a influencias foráneas. Esto habría llevado a Emilio Adolfo Westphalen, su director, a buscar rodearse de pintores, arquitectos, filósofos y otros escritores dispuestos a cristalizar y animar contrainstituciones. Precisamente, una de ellas habría sido Las Moradas, mientras que las otras dos detectadas por Jacques habrían sido la Agrupación Espacio y la Galería Lima. Subrayando una comunión estética, antes que una concertación, Jean-Nicolas Jacques se detiene en la forma cómo estas contrainstituciones habrían operado, quiénes fueron sus actores principales y cuáles fueron los principios que reivindicaron.
  4. En cuanto al segundo tomo, el objetivo es distinto y a la vez complementario. Es distinto en la medida en que no se trata de analizar las tensiones planteadas en el campo literario peruano por la emergencia de la revista, sino más bien de abordar el contenido de ésta. Así, Jacques lo contrasta con el de otras revistas de aquel entonces, lo cual le permite resaltar la profunda coherencia de Las Moradas en cuanto a su propuesta. Esta propuesta se encontraría asentada en la apuesta por lo contemporáneo de Las Moradas, la cual se expresaría en tres niveles. El primero serían los dominios de pertenencia al campo artístico; en otras palabras, la vocación abarcadora de la revista que no se restringiría a un arte en particular, como la literatura, sino que abordaría numerosos ámbitos y expresiones estéticos. El segundo correspondería a los movimientos de pensamiento de aquel entonces, el surrealismo y el existencialismo. Por último, el tercero estaría relacionado con los ideales culturales de los campos escolásticos a los que se ataca en perfecta consonancia con su vocación contemporánea: lo Verdadero, lo Bello, la Ciencia, el Bien Ideal. Según Jacques, si Westphalen, y con él todos los actores culturales relacionados con Las Moradas, abogaba por una autonomización del campo literario entonces era necesario discutir, polemizar, incluso echar abajo, la creencia en valores culturales clásicos. Es necesario añadir que este segundo tomo, dedicado al contenido de la revista, se detiene particularmente en la discusión acerca del cronista peruano Guamán Poma de Ayala que tuvieron el mismo Emilo Adolfo Westphalen y el historiador Raúl Porras Barrenechea. En este punto, Jacques reincide en el mismo error cometido en buena parte de su estudio; es decir, pierde de vista su argumento central y se detiene en aspectos secundarios a los que desarrolla ampliamente sin justificar lo suficiente.
  5. Cabe destacar que para llevar a cabo su estudio Jean-Nicolas Jacques ha consultado diversos tipos de documentos. Dejando de lado la bibliografía teórica (exclusivamente europea) sus fuentes son artículos académicos (como el pionero que Françoise Aubès dedicó a Las Moradas), junto con libros dedicados a las vanguardias latinoamericanas y peruanas (el de Luis Rebaza Soraluz es un referente ineludible). Asimismo, Jacques ha tomado en cuenta testimonios, memorias personales, así como ha tenido el cuidado de entrevistar a diversos actores culturales de esas épocas. Pienso en el caso de Fernando de Szyszlo cuyo testimonio de primera mano es citado en numerosas ocasiones. Ahora bien, Jean-Nicolas Jacques se apoya demasiado en el punto de vista de Szyszlo a quien sigue de manera acrítica, lo cual plantea más de un problema científico pues el reconocido pintor se manifiesta en su calidad de colaborador en Las Moradas; por lo tanto, carece de distancia. Dicha distancia crítica debió haber sido propuesta por el estudioso mediante la comparación con otros testimonios coincidentes o no que permitan matizar la doxa de Fernando de Szyslo así como también situarla en su contexto de enunciación.
  6. De hecho, me parece que esta falta de distancia es el síntoma del gran problema de estudio en general: su falta de objetividad científica, su miopía metodológica que se vale de la teoría francesa para explicar un fenómeno sociocultural —el de la revista Las Moradas —peruano y en mayor medida latinoamericano. En otras palabras, lamento que un estudio pionero como el de Jean-Nicolas Jacques caiga en esquematismos como considerar al indigenismo como conservador y/o anacrónico, mientras que el grupo de artistas e intelectuales en la órbita de Las Moradas serían quienes habrían alentado la necesaria “modernización”, en el sentido más occidental y reducido del término. En este sentido, resulta sintomático, por ejemplo, que Jacques no considere el caso de Gamaliel Churata (1897-1969) escritor adscrito al indigenismo autor de una obra revolucionaria además de inclasificable. Si lo hubiera hecho, el estudioso habría tenido que matizar su perspectiva reductora del indigenismo. También manifiestan la mirada eurocéntrica consideraciones según las cuales el balance del movimiento indigenistas sería desigual pues si, por un lado, habría contribuido a promover la curiosidad por las culturas indígenas; por otro lado, sería en parte responsable de la guerrilla de Sendero Luminoso (p. 85). ¿Por qué culpabilizar al movimiento indigenista de lo que habría de ocurrir décadas después? ¿Cuál es el sentido de imputar una responsabilidad moral y política a un grupo de artistas que buscaron visibilizar problemáticas y urgencias nacionales? La respuesta elucida la falta de comprensión del estudioso para quien el indigenismo se convierte en un anacronismo dentro de un país orientado al progreso.
  7. En cualquier caso, el estudio de Jean-Nicolas Jacques invita a la discusión. Hemos tenido que esperar décadas para que por fin aparezca un análisis consagrado a la revista Las Moradas. Quizá sea el momento de iniciar un diálogo que permita, precisamente, ponderar el valor de su contribución cultural dentro del campo literario latinoamericano.

Félix Terrones

 

 

Jean-Nicolas Jacques, La conquête du champ culturel péruvien. Étude sociologique externe de la revue culturelle péruvienne Las Moradas (1947-1949), París, L’Harmattan, 197 p. (primer volumen).
ISBN 978-2-14-014373-1.

Jean-Nicolas Jacques, Une révolution culturelle péruvienne : vers une autonomie du champ culturel. Étude sociologique interne de la revue culturelle péruvienne Las Moradas (1947-1949), París, L’Harmattan, 211 p. (segundo volumen)
ISBN
978-2-336-89364-8.