DOI : https://doi.org/10.21409/c8_r2
- El ensayo ¿Que será la vanguardia? Utopías y nostalgias en la literatura contemporánea (Beatriz Viterbo, 2021) de Julio Premat representa un punto culminante y una nueva etapa en la reflexión del académico argentino. Quienes nos hemos interesado en su trabajo conocemos la manera en que interroga las «figuras del autor» en el campo literario argentino. Así, autores como Jorge Luis Borges, Ricardo Piglia y, en particular, Juan José Saer han sido abordados en función de sus poéticas y la forma cómo éstas se insertan (o no) en una dinámica orientada a abrirse camino dentro de sus espacios literarios. En este contexto, la reflexión con respecto de la vanguardia no es novedosa, sino que ha representado una etapa cada vez más medular en los estudios o ensayos de Premat. Basta pensar, por ejemplo, en Héroes sin atributos: figuras de autor en la literatura argentina (FCE, 2009) un libro donde analiza el caso de un artista tan singular como Macedonio Fernández y lo vanguardista de sus actos como autor, sus mises en scène dirían algunos. No obstante, se trata de una nueva etapa ya que por primera vez el académico articula de manera sistemática el caso de figuras señeras (Piglia, Libertella y Aira) con autores más o menos emergentes o consolidados en la escena argentina (Bruzzone, Cabezón Cámara, Chejfec, Katchadjian, Ortiz y Tabarovosky). Así, su reflexión interroga y articula gestos literarios asentados con la escena actual en función de actitudes, reivindicaciones y programas (nunca orgánicos) de talante vanguardista.
- Partiendo de una paráfrasis de Ricardo Piglia, Julio Premat asienta su objetivo de trabajo. En otras palabras, Premat recuerda que en el seminario Las tres vanguardias. Saer, Puig, Walsh (Eterna Cadencia, 2016), Ricardo Piglia planteaba responder a la pregunta ¿qué es la literatura? con otra: ¿qué será la literatura? Lo que en principio parece una acrobacia retórica resulta siendo la adición de un inesperado punto de fuga a una interrogante que de otra manera se quedaría sin respuesta. Esa proyección hacia el futuro, además de desestimar la equívoca búsqueda de un absoluto estable e inamovible, permitiría abordar «los alcances, las contradicciones y las marcas históricas del concepto» (p. 10). Julio Premat es consciente de que la categoría de vanguardia se encuentra «desprestigiada», según él por la emergencia de la postmodernidad la cual habría contribuido a convertirla en un anacronismo; sin embargo, rescata precisamente ese desfase actual para marcar las estrategias autorales orientadas a adherir o enarbolar principios, imaginarios y representaciones de talante «vanguardista» para posicionarse; o bien, «ubicarse en un panorama dado de la creación» (p. 19). Siguiendo a Laurent Jenny, Julio Premat subraya la falta de coherencia de esta actitud no tanto como un defecto sino más bien como una muestra de lo que es el accionar de los autores, principal motor de la historia literaria.
- Después de haber rescatado la vanguardia como término dinámico, delimitación maleable que permitiría abordar el campo de tensiones literario, Julio Premat circunscribe su trabajo a la escena argentina a partir de la década de los noventa. En este periodo, en este espacio, tres autores se habrían constituido en avatares de la vanguardia: Ricardo Piglia (1941-2017), César Aira (1949) y Héctor Libertella (1945-2006). Los tres autores habrían dado forma lecturas y estrategias vanguardistas a la hora de leer la tradición y la historia literaria. Pese a las diferencias que existían entre los tres —diferencias que llegaban a lo personal si pensamos en Piglia y Aira—, todos coincidieron en la forma cómo trabajan con el tiempo, aspecto crucial cuando se trata de gestos vanguardistas: «cada uno de ellos crea dispositivos, mecanismos, escenas en los que el tiempo está repensado, transformado, volviéndose en sí mismo una especie de relato o de dramaturgia de y sobre lo literario» (p. 45). Dicho trabajo, se manifiesta a nivel estético y sociológico (en el sentido de campo propuesto por Pierre Bourdieu) en múltiples niveles: para algunos se trata de una búsqueda utópica, para otros de un anacronismo asumido, en ocasiones es la expresión de una nostalgia, otras la formulación de una melancolía. A partir de los tres autores, las líneas de fuga de la vanguardia se proyectan hacia el presente en autores como Damián Tabaroski, Gabriela Cabezón Cámara, entre otros.
- Así, la pregunta a partir de la vanguardia y su devenir permitiría un doble y complementario movimiento metodológico: primero, entregaría un acercamiento singular, hasta cierto punto novedoso, a la tradición literaria argentina; después, permitiría proyectar este acercamiento a la literatura actual. La vanguardia, sus múltiples formas, junto con el cuestionamiento acerca de ésta en la escena argentina, no solo expresaría su permanencia a lo largo de las décadas, sino que también acogería movimientos, actitudes, gestos singulares y disímiles. En ese sentido, me parece muy adecuada la elección del género ensayístico para abordar la temática. Lejos del pensamiento dogmático, en una orilla distinta a la necesidad de coherencia científica, la mirada ensayística permite a Julio Premat avanzar en su reflexión de forma dúctil, a la vez que acota mediante casos concretos antes que con conceptos abstractos. Por otro lado, el género ensayístico permite establecer proyecciones y plantear pasarelas entre autores tan heterogéneos como Ricardo Piglia y César Aira o Sergio Chefjec y Gabriela Cabezón Cámara. Finalmente, el ensayo practicado por Julio Premat alterna momentos de reflexión teórica con lecturas concretas de autores que cuentan con una desigual recepción crítica y académica. Por eso, el hecho de que autores como Mario Ortiz se encuentren en el mismo ensayo con otros más consagrados permite contextualizarlos gracias a una mirada sensible e inteligente en un panorama como el argentino.
- Como para cualquier libro que incita la discusión, la lectura deja abiertas numerosas proyecciones. Sería interesante interrogar la manera en que la vanguardia se manifiesta en autores que viven en el exilio y que desde los márgenes transnacionales negocian con la presencia-ausencia en el campo argentino. Desde luego, pienso en propuestas de corte convencional como la de Andrés Neuman (1977) o Laura Alcoba (1968), quien además escribe en francés, y también en otras más arriesgadas como las de Diego Vecchio (1969) o Ariana Harwicz (1977), solo por dar algunos ejemplos que me son familiares. Desde afuera, los escritores argentinos cuestionan las pertenencias, interrogan los límites, así como los difuminan y dilatan mediante escrituras y gestos que se ubican en la intersección de espacios e idiomas. ¿De qué manera dialogan con la tradición mediante los gestos vanguardistas? ¿Su diálogo con la tradición se diferenciaría al planteado por autores como Tabarovski, quien vive en Buenos Aires donde ocupa un calculado lugar de contrapoder alternativo en la escena literaria? Sea como fuere, Julio Premat ya está familiarizado con este tipo de figuras de autor pues es especialista en Juan José Saer, un autor que desde un afuera lingüístico y geográfico, pero a la vez inventado, cuestionó las pertenencias a la vez que le entregó un espesor inédito en sus ficciones.
- Entre los elementos que me han convencido menos en el ensayo, me gustaría señalar el desfase entre el título y el contenido del libro. Mientras que el título anuncia una reflexión dedicada a la «literatura contemporánea», ésta se encuentra antes que nada focalizada en el ámbito argentino. Si bien, en ocasiones el autor hace mención a otros escritores del área latinoamericana —pienso en el caso del peruano y mexicano Mario Bellatín (1960)—, se trata de alusiones demasiado escasas como para poder deducir una especulación más abarcadora. Por otro lado, pese a que el mismo Julio Premat lo señale en una parte del ensayo, escudándose en la arbitrariedad de las elecciones, me parece desproporcionada la presencia de autoras y autores. No se trata de estar en su tiempo y de procurar a cualquier precio el equilibrio de género, sino simplemente de dar espacio a autoras que en un espacio como el argentino han contribuido a complejizar una tradición caracterizada precisamente por su riesgo y cuánto contribuyen en él figuras dejadas de lado por el establishment editorial, académico y crítico. Un último aspecto, ya más de orden conceptual, acerca del cual el autor es consciente, es qué tan válido es analizar figuras de autor a partir de la «vanguardia» pues la reflexión precisamente anquilosaría dinámicas, desnaturalizaría rebeldías, vaciaría transgresiones. Lejos de ser una aporía considero que la apertura hacia otros espacios y tradiciones en un contexto de circulaciones como el actual permitiría entender de mejor modo a los autores contemporáneos.
- ¿Qué será de la vanguardia? Utopías y nostalgias en la literatura contemporánea es un ensayo equilibrado, sugerente y provocador. Su escritura es transparente, sin ser llana, no elude la indagación teórica y manifiesta una gran sensibilidad para asediar a cada uno de los autores en sus particularidades sin negligir la mirada panorámica. Resulta una evidencia decir que Julio Premat es uno de los críticos latinoamericanos más lúcidos y originales instalados en la academia francesa. Quizá no lo sea tanto constatar la riqueza de su trabajo crítico el cual visto con perspectiva se muestra en constante reinvención, pese a que a la vez siempre dé forma a inquietudes y autores que regresan una y otra vez. Si un autor crea su tradición también es cierto que un lector inventa a sus autores. Julio Premat hace lo propio con grandes figuras como Juan José Saer, Macedonio Fernández o Jorge Luis Borges a las cuales desestabiliza para mejor entenderlas en su complejidad.
Félix Terrones
Julio Premat, ¿Qué será la vanguardia? Utopías y nostalgias en la literatura contemporánea, Rosario, Beatriz Viterbo, 2021, 236 p.
ISBN: 978-950-845-397-6