By | 20 octobre 2017

CECIL#3 PDF de l'article

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  1. A la zaga de Samuel Gili Gaya, Francisco Rico, Benito Brancaforte, Florencio Sevilla Arroyo, Rosa Navarro Durán y Luis Gómez Canseco, Pierre Darnis, profesor de literatura española del Siglo de Oro en la universidad de Bordeaux Montaigne, nos propone una nueva edición del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, cuya primera parte vio la luz en 1599 poco antes de publicarse el Quijote. Ambas obras proponen una vía distinta para acercarse a lo que se viene llamando la novela moderna. En el Quijote, asistimos a una degradación cómica y burlesca de la materia épica, mientras que en el Guzmán se ahonda la vía de la retórica y del sermón.
  2. Aunque el Guzmán no figura en la biblioteca de don Quijote de la Mancha, fue un verdadero best seller en su tiempo, a juzgar por las distintas ediciones que se conservan de él: siete para la primera parte (dos en 1599 en Madrid y Barcelona, tres en 1600 en Lisboa y Madrid, una en 1601 en Madrid, y una en 1602 en Sevilla) y seis para la segunda parte (una de 1604 en Lisboa, y cinco en 1605 en Lisboa, Valencia y Barcelona). Como lo explica Pierre Darnis, el mismo Mateo Alemán intervenía directamente en el proceso de impresión de sus libros, siendo a la vez escritor e impresor, de ahí la importancia de todos los signos diacríticos, de las minúsculas y de las mayúsculas, de los blancos tipográficos, de las bastardillas, etc., en su obra.

  3. La introducción, clara y bien documentada, se compone de cuatro partes:

  • la circunstancia
  • el género y la conseja alemaniana
  • la complejidad alemaniana
  • el arte janual de Mateo Alemán: velar y simular; insinuar y desvelar
  1. En la biografía de Mateo Alemán, Pierre Darnis hace hincapié en los orígenes conversos del autor quien, por parte paterna descendía de una familia sevillana de cristianos nuevos y, por parte materna, de una familia de hombres de negocios florentinos instalados en Sevilla para participar en el comercio trasatlántico. Como muchos compañeros de su generación, juzgaba con distancia e ironía la sociedad en que le había tocado vivir. A continuación, Pierre Darnis nos habla de sus estudios en Alcalá de Henares, de su nombramiento como juez de comisiones en 1583, de su cargo de juez visitador en la mina de azogue de Almadén en 1593, de sus estrecheces económicas en la década de los años 1590 y, por fin, de su salida a México con su amante Felipa Calderón y sus tres hijos naturales a principios del siglo XVII, país donde publicará la Ortografía castellana (1609) y los Sucesos del arzobispo García Guerrera (1615).

  2. Al margen de La vida de Lazarillo de Tormes, el Guzmán recibe la influencia de la Relación de la Cárcel de Sevilla compuesta por Cristóbal de Chaves y de la fábula del dios Momo, sátira menipea adaptada al español en 1553 por Agustín de Almazán bajo el título de El Momo. La moral e muy graciosa historia del Momo: compuesta en latín por el docto varón, León Baptista Alberto Florentín (Alcalá, Juan Mey, 1553)1.

  3. Si la perspectiva autobiográfica del Guzmán de Alfarache se parece a la del Lazarillo de Tormes, existen en cambio diferencias notables entre las dos obras. En primer lugar, Guzmán ya no es el hijo de un molinero ladrón, sino de un hombre de negocios genovés, representante emblemático de la finanza internacional y experto en quiebras fraudulentas. Su madre ya no es una prostituta que frecuenta las caballerizas, sino una mujer mantenida por un anciano que saca sus riquezas de las rentas eclesiásticas. En segundo lugar, el marco del relato desborda con creces el marco geográfico castellano. Guzmán va de Sevilla a Roma y de Roma a Sevilla pasando por Madrid, Toledo, Barcelona, Génova, Siena, Florencia, Boloña, Zaragoza y Alcalá de Henares. En tercer lugar, la sátira de la sociedad que hallamos en el Guzmán ya no se reduce a la de los distintos amos. Estos no pasan de ocho en las dos partes, y dos sólo aparecen en los últimos capítulos. En cuarto lugar, el Guzmán presenta varios niveles de relato; en él tres historias interpoladas y varias digresiones morales, religiosas, políticas, etc., vienen a interrumpir el hilo del relato principal.

  4. Esta «poética historia», tal como la define el autor en su Declaración para el entendimiento de su libro, nos brinda una visión muy pesimista de la naturaleza humana concebida como un continuo vivir «en asechanza los unos de los otros». Frente a todas las arañas que están al acecho, Guzmán bien podría representar la serpiente que finge estar dormida. Mediante la simulación, la disimulación y el atayalismo, Guzmán puede lograr triunfar de los peligros que le rodean. Sin embargo, según Pierre Darnis, a diferencia de Lázaro que vela por sus propios intereses, Guzmán quiere obrar por el bien común:

Lázaro dejó entender que podría ofrecer malas artes para servir a los intereses de Vuestra Merced; Guzmán, en la galera alegórica, tiene perspectivas más nobles: a él le interesan la paz social (ética de los súbditos), el desarrollo del comercio (trabajo y ahorro), el buen funcionamiento del palacio (Corte y privanza) y la eficacia nacional e internacional (Razón de Estado) (p. 29).

  1. Ahora bien, el lector siempre tiene que hacer la diferencia entre la historia de Guzmanillo, o sea, el nivel de la conseja, y las digresiones del Guzmán reformado, o mejor dicho, el nivel del consejo. Mateo Alemán invita incluso al discreto lector a hacer una interpretación alegórica de toda la conseja, a través de la cual un castigo divino puede transformarse en milagro, o unas maldades pueden convertirse en obras saludables.

  2. En lo que se refiere a la conversión del protagonista, resulta, al igual que toda la moral del libro, sumamente ambigua. ¿Ha abandonado o no Guzmán sus maldades para siempre? ¿Está dispuesto o no a ya no pecar mortalmente? ¿Ha obrado en él la iluminación de la gracia? Ambas opciones pueden darse como verosímiles, pero al lector es a quien, en última instancia, le incumbe resolver la duda, absolver o no al pícaro.

  3. La parte, sin duda, la más lograda de la introducción de Pierre Darnis es la que se refiere a las estrategias discursivas y retóricas desplegadas por Mateo Alemán para, a la vez, manifestar y encubrir su pensamiento profundo.

  4. Como autor cauto deseoso de disimular su mensaje, éste se vale de la ambivalencia de la confesión que permitía sondear las almas así como preservar el fuero interno. En efecto, como lo explican algunos manuales de confesores de la época, el confesor no debía preguntar todo lo que había podido cometer el pecador ni se obligaba a éste a revelar sus pecados veniales.

  5. La paradoja permite a un tiempo afirmar una cosa y su contrario. Así es como, por ejemplo, la defensa del trabajo productivo puede correr parejas con una crítica de la nobleza ociosa, como el episodio del hijo de Pantaleón Castelleto puede leerse como una crítica de los falsos pobres –a los que Cristóbal Pérez de Herrera llamaba pobres de Satanás–, y una alabanza del ingenio, o como los médicos tienen que curar con el mismo veneno que el que enfermó al paciente, etc.

  6. A modo de tahúr, Mateo Alemán se vale de referencias oblicuas, de alusiones y de sugestiones a lo largo de toda su obra. Con un solo cambio de puntuación, se puede trocar el sentido, pasar de un mensaje ortodoxo a otro perfectamente heterodoxo. Para recalcar una serie de frases o de expresiones, utiliza paréntesis, colones o bastardillas. Recurre también al desdoblamiento discursivo, a la repetición secuencial (zeugma narrativo), a la inversión irónica, a la metonimia, a la paradiástole, a la delegación de palabras y al juego de muñecas rusas:

lo que la imperfecta narración de Guzmán oculta se desvela en los relatos interpolados. La abismación es algo más que una figura narrativa: determina la poética novelesca del Guzmán de manera análoga a la escritura silénica. Alemán recurrió a la difracción axiológica, encerrando varias claves de su narración extradiegética en sus relatos intradiegéticos (las historias de Ozmín y Daraja, de Dorido y Clorinia o de Dorotea y Bonifacio, etc.). No pocos críticos notaron el apego del autor al pensamiento emblemático (recuérdese el artículo fundamental de Maldonaldo de Guevara). Lo interesante es que Alemán recicla el método del emblema en la construcción general de su ficción (Darnis, 2015, 45).

  1. Con todas las notas de pie de página que acompañan el texto (¡más de 1530 para la primera parte!), la edición de Pierre Darnis hace más asequible una obra que, por ser un clásico de la literatura española, no deja de ser muy compleja.

Vincent Parello Université Bordeaux Montaigne

Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache, Edición de Pierre Darnis, Madrid, Clásicos Castalia, 2 vol., 2014-2015, 576 p., 1178 p.

ISBN 10: 849740677X – ISBN 10: 8497406788

Notas

1 Esta obra debía tener mucho éxito en la época. Figuraba, por ejemplo, en 1573, en la biblioteca de don Alonso Osorio, marqués de Astorga (Pedro M. Cátedra, Nobleza y lectura en tiempos de Felipe II. La biblioteca de don Alonso Osorio, marqués de Astorga, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2002, p. 284).