By | 10 janvier 2022

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DOI : https://doi.org/10.21409/c8_r4

  1. El libro de Martin Nogueira Ramos, La foi des ancêtres. Chrétiens cachés et catholiques dans la société villageoise japonaise. XVIIe-XIXe siècles, constituye un fascinante estudio de los «kakure kiris­hitan», o cristianos ocultos en Japón. Una de las muchas originalidades de esta obra, sacada de una tesis de doctorado, es haberse centrado en el periodo pos­terior a la prohi­bición del cristia­nismo a principios del siglo XVII, un periodo poco cono­cido. En efecto, la historia del catoli­cismo en Japón suele dividirse en tres tiempos: la evangelización (1549-1614), el martirio y la clan­destinidad (1614-1685) y la «resu­rrección» de la Iglesia de Japón a partir de 1865. El trabajo de Martin Nogueira Ramos viene precisamente a desvelar el trayecto de estas comunidades entre el siglo XVII y el siglo XIX. Y resulta apasionante.
  2. La cristianización de Japón se inicia en 1549, con la llegada al archipiélago de Francisco Javier y el exitoso desarrollo de la acción evan­gelizadora. El viaje inicial del navarro a las Indias orientales era el resultado de un acuerdo entre Paulo III y el rey portugués Juan III para la cristiani-zación de los nuevos territorios asiáticos. La acción misionera en Japón, protago­nizada por los je­suitas, conoce un éxito inesperado; a finales del XVI, las órdenes dominica, franciscana y agus­tina están a su vez presentes en el archipiélago con el mismo objetivo apostólico. A princi­pios del XVII, se es­timan en 300 000 los cristianos, cuyo nú­mero se debe en gran parte a la con­versión de los daimyos, los señores feudales, seguidos por sus súbditos. La mayor parte de los nuevos convertidos se concentran en la isla meridional de Kyūshū, la más abierta al comercio con los europeos en un momento en que Japón padece pro­fundas divisiones políticas.
  3. Aunque la conversión al cristianismo afecta solo una ínfima parte de la población japonesa, los misioneros vieron en Japón una tierra prometedora para la evangelización, como lo atestiguan la correspondencia de los jesuitas y las diversas «embajadas» a Europa, la embajada Tenshō (1582-1588) y la Keichō (1613-1617). No obstante, en 1614, este movimiento inicial de conversión se acabó con la prohibición del cristianismo y la expulsión de los misioneros. Y es precisamente el momento en que arranca el estudio de Nogueira Ramos quien, en seis capítulos, analiza el destino de las comunidades criptocristianas repentinamente cortadas de la Iglesia universal.
  4. El primer capítulo, al analizar los inicios del fenómeno de los «kakure kirishitan», o cristianos ocultos, revisita el impacto de esta represión en la época de Edō, de lejos la más sangrienta. En este capítulo, el autor revisita la amplitud de esta represión ampliamente mediatizada en Occidente matizando su alcance: las autoridades no tenían los medios suficientes para poner en obra una amplia campaña en las zonas rurales y la persecución se centró esencialmente en los sacerdotes cristianos, satisfaciéndose las autoridades con una aparente adhesión al budismo oficial por parte de los pueblerinos. Progresivamente, las cofradías toman el relevo de los sacerdotes en las comunidades rurales para garantizar la transmisión de los ritos y creencias (pp. 63-79).
  5. El capítulo 2 analiza la situación de estas comunidades entre 1790 y 1865 y la relativa tolerancia de un poder interesado ante todo en la estabilidad y el reconocimiento de su autoridad. Al igual que otros sistemas religiosos durante el periodo Tokugawa, el cristianismo oculto funcionaba como un conector de redes locales basadas en familias, clanes y aldeas y es uno de los numerosos méritos de este trabajo ponerlo de realce. Las comunidades de criptocristianos, a diferencia de lo que pudo afirmarse, no aparecían aisladas sino que sus miembros se caracterizaban por una fuerte movilidad que creaba estrechos contactos entre comunidades. Aquello explica en parte la facilidad con la que los misioneros pudieron conseguir la conversión masiva de la población en el siglo XIX.
  6. La llegada de los evangelizadores europeos constituye el objeto del capítulo siguiente, que se centra en la acción de la Mission étrangère de Paris (MEP) y explota los datos de los archivos de los misioneros franceses. La presencia de sacerdotes europeos a partir de 1865 y su labor de conversión cuestiona el poder de los jefes religiosos de los grupos. En aquellas comunidades, privadas de contacto con el clero desde 1640 hasta 1865, los jefes laicos habían desempeñado un papel importante en la organización de la vida ritual (pp. 167-179). Los misioneros se mostraron preocupados ante la imprecisión de los ritos y las concepciones religiosas imperantes en aquellas comunidades que vivieron sin clero, mientras que los fieles y los líderes se revelaban inquietos por el cuestionamiento de sus prácticas.
  7. El capítulo 4 se centra en la fidelidad a las creencias de los antepasados. Con una religión enteramente orientada hacia la salvación y sin poder contar con el concurso de sacerdotes para la administración de los sacramentos, los «kakure kirishitan» se caracterizan por una piedad formalista. El secreto y la disimulación vertebran estas comunidades hasta tal punto que pocas conversiones se producen fuera de los linajes de descendientes de la primera evangelización y una fuerte endogamia rige las uniones entre sus miembros. Para ellos, el cristianismo no constituye una religión importada sino la religión de los antepasados y la fidelidad a estos les hace sentirse diferentes de los otros aldeanos.
  8. Ante estas conversiones en el siglo XIX, las autoridades oscilaron entre dos extremos en su reacción. El capítulo 5 puntualiza cómo, en un primer tiempo, se toleran las conversiones al catolicismo de los cristianos ocultos mientras son contenidas y resultan poco visibles. Pero al final del shogunato y con la era Meiji se produce una de las más violentas campañas de erradicación desde el XVII, que no se aplaca antes de 1873. Tan solo en 1889 se proclama la libertad religiosa en la primera constitución moderna del Japón y hasta el abandono de la proscripción, la actuación de los misioneros dependió de los decretos de las autoridades locales y siguen perviviendo comunidades locales de criptocristianos al lado de comunidades de católicos convertidos por las misiones hasta los años 1880.
  9. Y es lo que profundiza el sexto y último capítulo, al analizar la sociedad o contra-sociedad que constituyen estas comunidades de «kakure kirishitan». Ritos, costumbres, inserción económica son pasados en revista, desterrándose la idea de que aquellos cristianos eran campesinos harapientos, como cierta historiografía los quiso presentar. Muchos de estos descendientes de cristianos vacilaron ante la conversión al catolicismo y las autoridades misioneras analizaron en detalle estas resistencias a su acción evangelizadora (pp. 339-349).
  10. La foi des ancêtres permite analizar estas sociedades originales gracias a la movilización de un amplio panel de fuentes diferentes procedentes de las autoridades japonesas y de las misiones francesas, que permite al autor trazar el destino de estos «cristianos separados», como los califican los misioneros, y definir el perfil sociológico de dichas comunidades. Nogueira Ramos consigue, a la hora de analizar ritos y organización de las comunidades, hacer dialogar la historiografía occidental y japonesa con éxito para retratar una historia religiosa popular multisecular poco conocida en Occidente.
  11. Sobre todo, más allá del caso japonés, el estudio resulta apasionante y sugestivo para el conocimiento del fenómeno de la disimulación religiosa, calificado de «marranismo» por Nathan Wechtel o de «nicodemismo» por Jean-Pierre Cavaillé. Nogueira Ramos cita los otros casos de confesiones ocultas en el Japón antiguo, como el amidismo clandestino (kakure nenbutsu) a la hora de comparar la organización de los kirishtani. Pero su prodigioso trabajo invita a analizar en un marco más amplio el fenómeno de las disimulaciones religiosas y el de la perpetuación de creencias en la clandestinidad durante varias generaciones, al amparo del secreto. La organización de los cenáculos secretos no deja de presentar semejanzas, a pesar de las diferencias obvias, con grupos judeoconversos, moriscos o luteranos de la Península ibérica, tanto en el aislamiento de las comunidades como en la carencia de un clero que defina el marco de la ortodoxia. Indudablemente, al convocar diversas historiografías para estudiar dicho fenómeno en Japón, Nogueira Ramos sienta de forma sugestiva las bases para un estudio general de los fenómenos de disimulación y perpetuación de sensibilidades religiosa.

Michel Boeglin
Université Paul-Valéry Montpellier 3

Nogueira Ramos, Martin, La foi des ancêtres. Chrétiens cachés et catholiques dans la société villageoise japonaise, XVIIeXIXe siècles, París, CNRS Éditions, 2019, 32 ilustraciones, 416 p.
ISBN-13 : 978-2271116833