- Escudriñar la trama de una buena obra histórica revela la complejidad de poner en tela de juicio lo que pretende llevar a cabo el historiador cuando hace historia. El IX Seminario Internacional de Master y Doctorado de la Universidad Complutense de Madrid, Las formas de construcción y presentación del discurso histórico, reunía seis conferencias plenarias celebradas entre el 31 de octubre de 2018 y el 2 de abril de 2019, y dio la palabra a destacados historiadores.
- Pierre-Antoine Fabre (EHESS, París) presentó una de ellas, el 31 de octubre de 2018, titulada «La construcción de una iconología católica: el taller de las imágenes en la primera Compañía de Jesús (1556-1622)» que se inserta dentro del proyecto internacional Culture visuelle et histoire spirituelle dans la première modernité mondiale: les Evangelicae Historiae Imagines, que dirige en colaboración con Ralp Dekonink (Universidad católica de Lovaina) y Walter Melion (Universidad Emory, Atlanta). Director de estudios en l’École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París, Pierre-Antoine Fabre es el fundador del Centre d’Anthropologie Religieuse Européenne y dirige asimismo en el marco de l’École Française de Rome un programa de investigación que abarca la supresión y la restauración de la Compañía de Jesús (1773-1814). Paralelamente, codirige un seminario titulado Misiones y culturas en la época moderna que se centra en el apostolado en el mundo ibérico en los siglos XVI-XVIII.
- En las circunstancias históricas que esboza Fabre –el contexto contrarreformista al final de la crisis de la representación religiosa y el inicio de la expansión mundial de la imagen católica mediante la primera colonización– se editan en Amberes, en 1593, las Evangelicae Historiae Imagines de Jerónimo Nadal (1507-1580). Este relato ilustrado de la trayectoria vital de Jesús conoció inmediatas reimpresiones; pero las sucesivas ediciones de 1593, 1594 y 1595 se singularizan por las alteraciones sucesivas del orden evangélico y litúrgico y el significado de aquellos cambios resulta revelador de las adaptaciones de aquel proyecto editorial. La edición princeps se compone de 153 grabados dispuestos según el orden evangélico, con leyendas y letras pero sin comentario. La segunda, en 1594, Adnotationes et meditationes in Evangelia quae sacrosancto Missae sacrificio toto anno leguntur, compuesta por meditaciones espirituales, se diferencia de la primera por la incorporación de comentarios de Jerónimo Nadal, por la narración evangélica estructurada según el año litúrgico y por carecer de ilustraciones. En cambio, la tercera edición, de 1595, reanuda con las ilustraciones de 1593 y conserva los comentarios de 1594. La numeración doble de las imágenes constaba ya en los borradores de 1560, según Ralph Dekoninck: la primera se correspondía con el orden de la narración evangélica y la segunda permitía una lectura conforme al calendario litúrgico. Este doble sistema para adentrarse dentro de las Sagradas escrituras conduce a cuestionar la relación entre sendas numeraciones y, por tanto, a indagar el impacto de las modificaciones que el orden litúrgico implica en el relato evangélico y la significación de dichas alteraciones.
- En su intervención, Pierre-Antoine Fabre puso de manifiesto dos fundamentos esenciales que caracterizan la obra y resultan significativos para entender a posteriori sus planteamientos. No se establece solo una «competencia» entre dos disposiciones –la narración evangélica y el calendario litúrgico–, sino que el libro ilustrado recalca la autonomía entre la imagen y el texto. Aquello sorprende, como lo indica el investigador francés, si se toma en cuenta que hasta entonces las imágenes dependían del texto, mientras que en el presente caso parecen funcionar como textos. Otra dimensión que le interesó particularmente a Fabre fue la forma elegida por los jesuitas de anunciar la publicación de esta obra, que constituía una obra póstuma de Jerónimo Nadal, fallecido en 1580. Al ser publicada la obra, la Compañía de Jesús difundió que un contrato entre Ignacio de Loyola y Jérónimo Nadal, su hijo espiritual, había dado a luz a las Evangelicae Historiae Imagines. Sin embargo, posteriormente, Pierre-Antoine Fabre destaca la ausencia de fuentes que atestigüen la existencia de semejante contrato.
- Por ello, el profesor de l’EHESS emite la hipótesis siguiente: en un contexto de concepción de un sistema representativo contrarreformista, ¿fue difundida esta noticia por la necesidad de legitimar la incorporación de grabados para los Ejercicios espirituales, y justificar así que a la «palabra y a la imaginación» se sustituyeran «texto e iconografía»? La obra no parecía ilustrar de forma exhaustiva los ejercicios ignacianos pero podía, no obstante, referir a estos. En efecto, para el investigador francés, los Ejercicios espirituales conectan el tiempo pasado del relato con el orden litúrgico como si se tratara de acontecimientos que, durante un tiempo presente sagrado, remiten a un relato pasado de la trayectoria vital de Jesús. Para demostrarlo, analiza diversas secuencias.
- Primero, plantea el análisis del grabado Annunciatio (ver ilustración 1), que le sirve como herramienta para responder a las dudas siguientes: ¿cómo nacen un presente y una meditación litúrgicos a través de la imagen? Procura así demostrar que la imagen y la leyenda se complementan para permitir que la imagen explicite el relato narrativo mientras la leyenda favorece la comprensión e interpretación para llevar al lector a una meditación y un presente litúrgicos. El especialista dilucida de esta forma primero la índole insólita de la composición de la Annunciatio en su conjunto, en comparación con la representación tradicional, ya que implica una multitud de momentos variados en un espacio unificado que es la imagen y que la mirada descompone en su complejo recorrido al contemplarla. Luego, otra dimensión de esta secuencia narrativa se genera al leer los pies de imágenes. Ilustra su propósito analizando la leyenda D: observa la impactante presencia de la casa de María en Loreto y con el fragmento, «Ubi est maria», de la Virgen como icono, tal y como lo refiere el orden litúrgico. Por lo tanto, el proceso de lectura alternativo entre la imagen y la leyenda concede un presente: el de María en Loreto y el de la imagen en construcción en la mente del lector ensimismado en la contemplación; una contemplación que resulta esencial por facultar el paso del tiempo narrativo al litúrgico. Se crea de esta forma una meditación litúrgica de la imagen. En definitiva, Pierre-Antoine Fabre establece que este primer eje demuestra la posibilidad de concebir la imagen como una representación de tiempos pasados, como la memoria del relato evangélico y como un lugar de experiencia presente de la Annvnciatio. Sin embargo, la articulación entre el relato evangélico y el orden litúrgico no se corresponde siempre de forma tan asequible y armónica.
- Fabre prolonga su argumentación con el análisis de dos series: los grabados 73-75 y 76-78 de la edición de 1593 que se corresponden respectivamente con la reestructuración litúrgica de 1595, a los grabados 37-39 y 61-63. En la edición de 1595, la desunión de las dos series se hacía más compleja con la introducción de multitudes de parábolas, es decir, de narraciones alegóricas de la que se extraen enseñanzas morales y que, en la obra, complican la lectura del relato evangélico. Dicho de otra manera, la publicación de 1593 privilegiaba una coherencia entre las dos series tal y como lo justifica el investigador francés al estudiar los grabados 73 (ver ilustración 2) y 76 (ver ilustración 3). La posición homóloga de las letras A en el grabado 73 y de la E en el 76 revela el carácter repetitivo de las dos imágenes. En cambio, la edición de 1595, con el aislamiento de ambas series, rompe con la circularidad de la repetición entre parábola y relato y, por consiguiente, se introduce una ruptura en la continuidad narrativa; se establecen, así, una estructura y un presente litúrgicos. Estas consideraciones le conducen a Pierre-Antoine Fabre a formular como hipótesis que «los desafíos del relato en su doble dimensión radican en la manera con la que el relato actualiza la parábola y cómo la liturgia actualiza el relato».
- En el tercer y último eje de su argumentación se centra en el génesis de una circularidad de la imagen, apoyándose en el grabado 54 (ver ilustración 4) que sufre una discontinuidad narrativa por la distribución litúrgica del relato evangélico. En efecto, mientras que en la publicación de 1593 el grabado 53 es anterior al 54 que lo evoca, en la edición de 1595, el 53 pasa a ser 64. La originalidad de este grabado radica en la doble presencia de la letra C en el pie que expone las palabras de Jesús. Nace de esta forma, mediante la lectura de la leyenda, una nueva temporalidad, una circularidad por referir una imagen a dos instantes sucesivos: se estratifica la imagen entre lo presente y lo pasado. Nace la «génesis de un ciclo», tal como lo nombra, que se caracteriza por la relación entre el acontecimiento y su memoria, abriendo paso así una nueva temporalidad.
- La desemejante distribución de los 153 grabados entre la edición de 1593, que respeta el relato evangélico lineal, y la publicación de 1595, que obedece al orden litúrgico circular, invitan a interrogarse a propósito de la creación de un presente litúrgico y a la relación de este con la composición de la imagen y a plantearse cómo la contemplación consigue superar el marco narrativo diseñado gracias a otra temporalidad. Fruto de un trabajo fundado en un corpus de referencias muy extenso, el recorrido de esta reflexión aguda y sutil abre, así, perspectivas historiográficas novedosas en torno a la interpretación y finalidad de las imágenes. Mediante ello, propicia nuevas lecturas posibles y pone en tela de juicio, como lo recuerda el propio Pierre-Antoine Fabre, conclusiones suyas de hace más de veinte años para asentar, hoy, que dichos grabados constituyen una ilustración perfecta de los ejercicios por la circularidad que crea la liturgia.
Lucille Soler
Master 2 Traces. Histoire et Sciences Sociales
Université Paul-Valéry Montpellier 3