By | 1 février 2016

Resumen de la tesis de doctorado

couverture thèse - cecilEl escritor chileno, Roberto Bolaño, y los mexicanos, Guillermo Fadanelli y Juan Villoro, ocupan un lugar importante en la escena literaria latinoamericana contemporánea. Pese a algunos años de diferencia, estos escritores pertenecen a la misma generación. Roberto Bolaño nació en Santiago, Chile, en 1953 y murió en 2003, en Barcelona. Juan Villoro y Guillermo Fadanelli nacieron en México, el primero en 1956; el segundo, en 1960. Un vistazo a la producción literaria de estos escritores muestra la gran diversidad de su obra y los géneros que abordan: la poesía, la novela, el cuento, la crónica, la columna periodística, el ensayo, incluso el teatro y la literatura infantil en el caso de Villoro.

El interés de estudiar en paralelo la obra de estos tres escritores es que más allá de las diferencias en su estilo de escritura, nos ofrecen una perspectiva de las nuevas direcciones que toma la novela latinoamericana del siglo XXI. Las obras escogidas para el corpus de esta tesis – Los detectives salvajes (1998), de Roberto Bolaño; Lodo (2002), de Guillermo Fadanelli; y El testigo (2004), de Juan Villoro – poseen estilos y propósitos diferentes.

Estas novelas presentan procedimientos que se relacionan, por ejemplo en el recurso crítico a la ironía y en la representación del viaje, en sus diferentes expresiones. Es interesante señalar también la importancia que los tres autores dan al lugar que ocupan la literatura y la escritura en su obra. Los tres manifiestan esta preocupación, ante todo estética, de la creación, pero relacionada con una ética de escritura y con la vida misma.

Elegir una novela de cada uno de estos escritores permite, de entrada, delimitar el campo de estudio que, por la riqueza de su obra, podría dar lugar a un estudio separado de cada uno de ellos. Lo que se pretende en este trabajo es mostrar los caminos que siguen la literatura mexicana y latinoamericana contemporánea a través de tres manifestaciones ricas y singulares. Otro objetivo es encontrar puntos en común en el proceso de escritura de estos autores e integrarlos en un análisis comparativo que pueda enriquecer la mirada en torno a las temáticas abordadas en el presente estudio.

Una de las principales motivaciones que nos llevaron a escoger estas novelas, es que pueden ser calificadas como « novela total », por la multiplicidad de temas desarrollados, por las relaciones intertextuales que enriquecen la interpretación y por la apertura de estas novelas a diferentes enfoques críticos. Pese a la diferencia de discursos, podemos encontrar motivos recurrentes relacionados con una forma de entender la literatura. Si bien, es cierto que la obra de Roberto Bolaño, Guillermo Fadanelli y Juan Villoro es heterogénea; más allá de las preocupaciones y de las posturas personales, su escritura particular es puesta en perspectiva en una unidad estética a partir de tres ejes de análisis que componen este trabajo: espacio, viaje e ironía.

Las novelas escogidas otorgan un lugar esencial al espacio referencial llamado «México», particularmente a la ciudad de México. Esto no significa que se trate de una literatura «mexicana», sino que estos escritores tienen una relación con el país y con la ciudad de México que se manifiesta en su escritura. Dicho espacio, como todo espacio en la literatura, no es sino un punto de referencia desplegado en el texto. No se trata, pues, del universo mexicano, sino de una apertura que pone al mismo nivel todo espacio referencial. México se vuelve un crucero de perspectivas que ofrece una mirada múltiple que se despliega en un territorio inmenso. Ya sea en la capital o en la provincia del país, en la frontera o en otro lugar, todo espacio representa una alteridad que el personaje y el lector deben enfrentar.

Estas novelas nos permiten también explorar otros espacios, que consideramos fundamentales para comprender la riqueza de su obra. Así pues, abordamos el cuerpo y el pensamiento de los personajes como espacios propios del mundo literario. La atención dada al cuerpo es importante porque éste es el filtro del mundo y el reflejo de las emociones del personaje. El cuerpo es frontera y punto de contacto con el otro, que vive y se manifiesta en la pasión o la violencia de las relaciones interpersonales.

El Yo, personaje o narrador, crea un espacio ligado a la memoria y a la imaginación, necesarias ambas para el carácter retrospectivo de los relatos del corpus. El sueño sería un espacio íntimo que necesita del lenguaje para ser exteriorizado, acercándose al lenguaje poético y a la abstracción. Existe también un espacio intertextual. En estas novelas, los tres escritores se sirven de sus influencias literarias o filosóficas para construir un espacio, producto del intertexto, que contribuye a enriquecer el marco espacial desplegado en el corpus. Todas estas manifestaciones muestran la diversidad y el auge de la representación espacial en el texto literario.

Hemos querido establecer una diferencia entre el espacio y la representación del viaje porque consideramos que el movimiento iniciado a través del viaje constituye uno de los ejes principales de este análisis. El tema del viaje y del movimiento nos permite mostrar la relatividad espacial de las nuevas tendencias literarias que rompen con la hegemonía del marco único en la literatura. Para que la obra tenga lugar, ésta debe ser reflejo del movimiento de la acción, de una historia vivida o contada por un personaje.

El viaje es el objeto principal del análisis de la segunda parte de este trabajo. Los viajes presentes en el corpus son múltiples y abordados cada uno de manera diferente, mostrando cómo se estructura el relato alrededor de éste. El viaje no es sólo un desplazamiento espacial, ya que se integra en el tiempo y permite al personaje tomar conciencia de su propia vida. Ya sea al inicio de un viaje, o al momento del regreso, existen instantes que son claves para el relato, porque éstos justifican el viaje y la historia.

Cada novela se centra sobre un punto diferente del viaje. El regreso es crucial en Villoro; la búsqueda y el viaje siempre renovado, forman parte de la poética vital de los personajes de Bolaño; él, como Fadanelli, escribe sobre viajes que terminan en la aniquilación. Todos estos viajes – todo viaje, incluso – implican un aprendizaje y una experiencia que son el objeto de la historia. Más que comparar los viajes presentes en este corpus, hemos querido analizar los diferentes tipos, su alcance y su importancia en el relato.

Que sea conocido o no, el destino de un viaje es determinado por las motivaciones del personaje; llegar a un destino no implica el fin del viaje. Estos autores nos muestran que el viaje, en la literatura, es un constante comenzar de nuevo. Los personajes de estas novelas manifiestan su deseo de lanzarse al camino; sus motivaciones son múltiples, los tipos de viaje – búsqueda, exilio, flânerie, retorno, viaje imaginario o en la memoria – también.

Los personajes del corpus cuentan ellos mismos su historia con la distancia de la experiencia. Esta toma de distancia muestra la maestría de los autores en el ejercicio literario. El hecho de contar «contando», se vuelve indispensable para la construcción del relato. Ya sea a través de la escritura, la conversación o el testimonio, los personajes cuentan y al mismo tiempo reflexionan sobre su historia. Consideramos que la ironía se encuentra en el centro de estos relatos y persigue objetivos específicos en cada historia.

La ironía en Roberto Bolaño se construye alrededor de la aceptación del destino irremediable del hombre, del problema del tiempo y de la muerte. Guillermo Fadanelli se sirve de formas particulares de la ironía, como el sarcasmo o el cinismo, para transmitir su visión de las relaciones interpersonales. Juan Villoro juega en el registro paródico de la ironía, pero puede también cuestionar la relación con el destino, al provocar giros inesperados en la historia que cambian para siempre la vida de un personaje.

La ironía caracteriza el discurso de la novela y su conjunto. Ésta es analizada en la tercera parte de nuestro estudio porque consideramos que el discurso irónico es un segundo movimiento, paralelo al movimiento intrínseco de la obra, que en el caso de este corpus, se materializa a través del viaje. La ironía se construye en el diálogo entre el lector y la obra, en la construcción del sentido de la obra en sí y en los guiños que el autor, en tanto ironista, ha querido presentar al lector al interpelarlo directamente.

El uso de la ironía como técnica discursiva es una característica de los autores del corpus que los distingue en la escena literaria actual. El lenguaje sarcástico y cínico de Guillermo Fadanelli forma parte de su estilo personal, aunque reducirlo a la imagen de provocador, sería limitar el alcance de su obra. En El testigo, Juan Villoro muestra cómo la parodia puede estar al servicio de la literatura. La ironía en Roberto Bolaño se construye a través de un discurso doble y complementario que transmite a la vez una visión trágica y cómica de la vida.

La elección de la ironía como discurso representa la intención de estos autores de cuestionar y desafiar no sólo las verdades «establecidas» de mundo, sino también las del lector. La intención irónica del autor está implícita en la obra, pero es el lector quien debe descifrarla e interpretarla, de lo contrario, la lectura de la obra quedará incompleta y su sentido será sólo en parte explorado.

Lo que caracteriza a estas novelas es la puesta en marcha de un mecanismo, propio de la ironía, de distanciamiento de los personajes con respecto a los hechos vividos. El hecho de que se trate de personajes que escriban o den testimonio de su propia historia o la de los otros, abre la puerta al juego irónico. Además, los personajes principales de estas novelas – unos jóvenes poetas, un investigador literario, un profesor de filosofía – tienen una relación con la escritura que estimula su sensibilidad y los hace ver el mundo de otra manera.

El alcance de la ironía es diferente según su función en el texto. Ésta puede manifestarse en el discurso, como herramienta retórica y figura de estilo. Podemos constatar en el corpus la presencia de la ironía a través de la antífrasis, la lítote o la exageración hiperbólica. Esta ironía estructura el discurso y se construye esencialmente en el diálogo. Sin embargo, otra ironía, que consideramos más importante ya que demuestra la mirada crítica de cada escritor, surge de una ética personal. A través de la ironía, los autores del corpus muestran una realidad que es su objeto de crítica, ellos idealizan un mundo que no es posible fuera del espacio literario.

Si bien, la ironía como discurso literario está en boga en la literatura contemporánea, pocos escritores manifiestan en su obra una lucidez crítica y una toma de distancia con respecto al mundo y con respecto a sí mismos. Los autores del corpus se sirven de la ironía para proponer novelas que se leen a diferentes niveles, que no tienen centro, sino instantes que ritman la historia; y que se abren al juego hermenéutico.

Cada etapa de nuestro análisis permite explorar planos diferentes que constituyen la riqueza de las obras del corpus y muestran una literatura que, lejos de encerrarse en sí misma, se sirve de su propio impulso para expandirse y cubrir el mundo bajo una mirada autocrítica, reflexiva y de profunda relación intertextual.

Julio Zárate

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Julio Zárate, Représentations et dynamiques de l’espace, du voyage et de l’ironie dans trois romans de Roberto Bolaño, Guillermo Fadanelli et Juan Villoro, (556 pages). Sous la direction de Karim Benmiloud. Thèse de doctorat en Études hispaniques soutenue le 24-11-2014 à l’Université Paul-Valéry – Montpellier 3.