By | 30 juin 2019

CECIL#5 PDF de l'article

  1. El estudio de los profesores Franco Llopis y Moreno Díaz del Campo es el primero que analiza globalmente la imagen del morisco como un objeto de estudio en sí mismo. El análisis que plantea este libro sobre las imágenes de los moriscos era muy necesario para trascender la usual consideración de éstas como mera ilustración del ensayo histórico o traza sociológica. Lejos de situar la imagen como ilustración, ejemplificación o casualidad, a veces molesta, el presente libro deconstruye las imágenes de los moriscos y al tiempo reconstruye las voluntades que las hicieron posibles. Del programa ideológico detrás de las imágenes de la Capilla Real a la voluntad ejemplarizante de los cuadros de la expulsión, pasando por las láminas de las Alpujarras, el morisco aparece sobre todo en momentos de tensión, cuando entra y sale de la visión «cristiana» de la sociedad mayoritaria. Fuera de esa tensión, las imágenes de los moriscos, hechas sobre todo por extranjeros, son escasas. Los finos análisis que acompañan a estos cuadros y láminas desvelan cuántos propósitos, cuántas ideas y cuántos juicios anidaban detrás de las imágenes de los moriscos y cómo esa diferencia esencial que se impuso alrededor de la expulsión final se revela muy pálida ante la variedad de situaciones de los moriscos y la compleja miríada de percepciones que éstos provocaban. La maurofilia, las fiestas, las vestimentas, la literatura, los turcos y los sucesos eran solo unos cuantos de los elementos que proyectan la imagen del morisco: este puede ser, como analizan los autores, visible o invisible, «útil», diferente… o no tanto. La alteridad se da en ellos como discurso superpuesto frente a unos archivos que obstinadamente nos hablan de una ¿inquietante? no-diferencia. Puede pensarse en la alteridad como exotismo, como atracción, como modelo a cambiar, pero alteridad en definitiva. Una extrañeidad que los puede llevar hasta el umbral de la integración, pero que les impide cruzarlo si no es en la forma de travestismo o carnaval.
  2. Ahora bien, los moriscos de las imágenes tan profundamente estudiadas aquí eran tan reales como el imaginario que deseaban implantar sus autores, fueran éstos asimilacionistas o partidarios de la expulsión, o como el morisco granadino que tan morosamente dibujó Francisco Núñez Muley. Tan reales como la misma estática esencia de la sociedad cristiana que quería asimilarlos y, al mismo tiempo, los diferenciaba para excluirlos: su esencia inamovible era una apariencia, claro, pero las apariencias también hacen funcionar una sociedad. Todos esos entes existían al tiempo y eran reales porque así los vieron y los conceptualizaron algunos de los que no es que retrataran a los moriscos, sino que tenían que decir algo sobre ellos.
  3. Los autores del presente libro han tomado una perspectiva original a la hora de analizar un «problema» morisco con el que se dio de bruces la sociedad española de los siglos XVI y XVII. Su perspectiva les ha llevado a enfrentarse con las aristas de un discurso visual cuyo propósito en ocasiones no es muy claro; un discurso visual, además, que forzosamente se mezcla con las representaciones de moros y de turcos, de santos árabes y moriscos pretendidamente ausentes. Pero los profesores Franco Llopis y Moreno Díaz del Campo han sabido deslindar perfectamente los límites de los discursos de alteridad: los moriscos son una alteridad cotidiana, bien conocida, y, por tanto, susceptible de ser modelada para hacerla extraña en lo posible como en el caso de las láminas de la sublevación de las Alpujarras. Como ellos muy bien dicen, lo que hay en sus representaciones no es un proceso de mímesis, sino una construcción metafórica que impele al investigador a indagar cómo pudo llegar a hacerse.
  4. Es éste un libro sobre la construcción visual de la alteridad en la España de los siglos XVI y XVII que cambia los paradigmas habituales de interpretación. Su riqueza de análisis interdisciplinar invita a una seria reflexión sobre las formas de autopercepción de una sociedad y sobre los modos de construcción de un discurso excluyente. A través de él, se asiste a cómo esa alteridad entra dentro de la sociedad cristiana con el propósito de desaparecer, cómo en ella se mantiene y cómo finalmente es expulsada como un cuerpo extraño. Los moriscos son «pintados» en ese proceso a la vez querido y rechazado por los cristianos viejos como un ejemplo de alteridad que puede permanecer latente. Como señalara Covarrubias en su definición de los moriscos, su conversión al catolicismo no era una merced de Dios solo para ellos, sino asimismo para los cristianos viejos, que en su definición («gran merced les ha hecho Dios, y a nosotros también») seguían siendo obviamente diferentes.

Luis Bernabé Pons 

Universidad de Alicante
José María Perceval
Universidad Autónoma de Barcelona

Borja Franco Llopis y Francisco Javier Moreno Díaz del Campo, Pintando al converso: Imágenes de moriscos en la península ibérica (1492-1614), Ediciones Cátedra, Madrid, 2019, 465 p.
ISBN: 978-84-376-4036-5